Doost: Herencia e innovación en jeanswear

Desde San Victorino, el corazón del comercio bogotano, surge Doost, una marca que ha sabido transformar el denim en símbolo de tradición, innovación y empoderamiento femenino. En entrevista con MundoTextil, Erika Cely segunda generación de esta empresa familiar, comparte cómo una historia de esfuerzo, visión y amor por el índigo convirtió a Doost en una referencia nacional dentro del universo del jeanswear colombiano.
Nueva identidad, misma esencia
Tras 24 años de historia, Doost nació como una evolución de la marca familiar anterior. Ante los retos legales con su antiguo nombre, Erika y su hermano decidieron crear una identidad renovada, fresca y registrable. Con un rebranding completo; nuevo local, página web y propuesta moderna; conservaron el mismo ADN de familia, esfuerzo y trabajo, proyectando la marca hacia una nueva generación.
Orígenes que inspiran
La historia de Doost es la de una familia perseverante. Los padres de Erika iniciaron con una pequeña papelería en Ciudad Bolívar y, con el tiempo, se trasladaron a San Victorino, donde el trabajo arduo se convirtió en escuela. Entre madrugones y sacrificios, sus hijos crecieron aprendiendo los valores que hoy sostienen la marca: esfuerzo, constancia y honestidad.
De la herencia al liderazgo
Erika y sus hermanos transformaron la tradición familiar en una empresa estructurada y sólida. Aunque estudiaron contabilidad, su verdadera pasión siempre fue el negocio. Con esfuerzo y visión, pasaron de vender blusas en denim a consolidar una línea completa de prendas vaqueras con identidad. “San Victorino fue nuestra escuela —afirma Erika—, allí aprendimos a negociar, a adaptarnos y a no rendirnos. Si algo no funciona, se cambia; si el cliente no llega, se busca”.
Tradición y modernidad en equilibrio
Cuando se le pregunta por la esencia de Doost, Erika lo resume con claridad:
“Innovación constante y amor por el denim. Esa es nuestra esencia. Hemos sabido mantener la herencia familiar, sin dejar de evolucionar. Aún producimos chaquetas clásicas tipo Levi’s, porque representan nuestras raíces, pero cada colección incorpora nuevos cortes, lavados y detalles. Doost es tradición y modernidad en equilibrio”.
En cada palabra, Erika refleja el orgullo de pertenecer a una segunda generación que honra el pasado sin miedo al futuro. “Mis padres viven este proceso con orgullo. Ellos sembraron la semilla; ahora nosotros la hacemos florecer”.
Moda con propósito y empoderamiento femenino
En el dinámico mundo de la moda colombiana, donde la creatividad y la resiliencia se entrelazan, Doost ha construido un camino sólido hacia la sostenibilidad, la innovación y el liderazgo femenino. Erika, representa a una nueva generación de empresarias que transforman los desafíos en oportunidades, impulsando desde San Victorino un modelo de negocio que combina moda, responsabilidad ambiental y desarrollo humano.
Desde sus inicios, Erika soñó con crear una marca que acompañara a las mujeres en su día a día, con prendas hermosas, cómodas y de calidad que las hicieran sentir libres y empoderadas. “La moda va y viene, pero el estilo y la actitud permanecen”, afirma. Así nació Doost, una marca pensada para mujeres auténticas que buscan expresarse a través de su ropa. Además, hoy la empresa abre oportunidades para nuevos emprendedores: “Queremos que más personas crezcan con nosotros. Se puede emprender desde $400.000 con prendas versátiles, especialmente en denim, que es una de nuestras líneas más fuertes”, explica Erika, recordando que cada diseño nuevo semanal responde al gusto y las necesidades del mercado femenino actual.
Producción responsable y compromiso ambiental
En Doost, cada prenda refleja un equilibrio entre calidad artesanal y conciencia ambiental. Erika destaca que, aunque algunos procesos del denim se realizan con aliados externos, todo pasa por un riguroso control de calidad en su taller. Conscientes del impacto del índigo, implementan técnicas más sostenibles como tratamientos láser y el uso de telas preprocesadas. Además, reutilizan los residuos textiles para crear tote bags y nuevas piezas, demostrando que la innovación también puede ser responsable.
Inspiración y orgullo por el talento colombiano
Erika siente un profundo orgullo por el crecimiento del sector textil nacional y la proyección internacional de las marcas colombianas. “No los veo como competencia, sino como inspiración. Me encanta ver marcas locales desfilando en Nueva York o Europa; eso demuestra que todo es posible desde aquí”, afirma con entusiasmo, destacando el poder colectivo del emprendimiento desde San Victorino.
tendencias
Doost ha identificado que los brillos seguirán dominando las colecciones hasta final de año, especialmente en faldas y vestidos, dos líneas icónicas de la marca. “Las faldas se convirtieron en un hit. Son versátiles, modernas y muy femeninas, justo lo que nuestras clientas buscan”, explica.
Pero más allá de la moda, el mayor aprendizaje de Erika ha sido sobre liderazgo y gestión humana. “Nadie nos enseña a ser líderes”, reflexiona. “Dirigir una empresa implica escuchar, acompañar y motivar. Nuestro equipo es el corazón de Doost y hacemos que se sientan valorados”. A esto se suma el compromiso con la nueva reforma laboral, que la marca asume con responsabilidad: “No vendemos caro; pagamos justamente. Lo importante es que todos crezcamos juntos”.
Resiliencia y transformación digital
Durante la pandemia, Erika enfrentó grandes desafíos personales y empresariales, pero encontró en su hermano el apoyo ideal para reestructurar Doost. “Él se encarga de la parte administrativa y contable; yo de marketing y ventas. Nos complementamos perfectamente”, afirma.
Esa unión familiar impulsó una renovación estratégica centrada en el marketing digital y el comercio electrónico. “Hoy el marketing no es opcional; es parte del negocio. Hay que entender las nuevas plataformas y conectar con el consumidor de manera real”, explica Erika, destacando cómo Doost integra sus ventas físicas con atención personalizada a través de WhatsApp Business y redes sociales.
Proyección con propósito social
Con una mirada al futuro, Erika proyecta convertir Doost en una empresa exportadora con impacto social. Su objetivo es crear talleres de confección en comunidades de Kennedy y Soacha para generar empleo y formación. “Las manos están, pero hay que educarlas. Queremos que las comunidades crezcan con nosotros”, afirma.
Antes de despedirse, deja un mensaje a los nuevos emprendedores: “Emprender no es fácil, pero tampoco imposible. Hay que invertir en uno mismo, aprender a delegar y rodearse de personas que sumen”. Y concluye con una frase que refleja su esencia: “Si no me daba el tiempo para crear, mi empresa no iba a evolucionar”.

Editorial

Desde San Victorino, Doost representa la fuerza de una nueva generación de empresas colombianas que combinan tradición, sostenibilidad y propósito. Su trayectoria demuestra que la moda puede ser motor de cambio social y ejemplo de liderazgo femenino. Con visión estratégica, innovación constante y compromiso humano, Doost sigue marcando tendencia dentro y fuera del país, reafirmando que el verdadero valor de una marca está en su capacidad de inspirar y transformar.

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