Desde el corazón de Bogotá, un líder ha logrado lo que pocos imaginaban: convertir el caos del comercio popular en un ecosistema de innovación, digitalización y poder colectivo. Así se construye Neos, la nueva cara de una industria que se niega a desaparecer.
En el corazón vibrante de San Victorino, donde cada metro cuadrado late con la energía del comercio popular, Yansen Estupiñán emerge como un líder de nueva generación. No es solo un empresario: es un estratega que entendió que el futuro del comercio no está en resistir los cambios, sino en orquestarlos.
Su historia está tejida con las mismas fibras que han sostenido por décadas la economía popular: esfuerzo, visión y una capacidad extraordinaria para reinventarse. Desde su rol al frente de Neos, ha impulsado una transformación que va mucho más allá de las vitrinas y los pasillos: una revolución cultural y digital que redefine cómo se produce, se vende y se conecta la moda en Colombia.
“San Victorino no es el pasado del comercio. Es el futuro, si logramos leer sus códigos y traducirlos al lenguaje digital”, afirma Estupiñán con la convicción de quien ha vivido el pulso de cada cambio.
En tiempos donde el e-commerce y el dropshipping marcan las tendencias globales, Yansen decidió apostar por un modelo propio, adaptado a la realidad del comerciante colombiano. Su visión combina la autenticidad del comercio físico con las herramientas tecnológicas que potencian la competitividad de miles de emprendedores.
Neos no solo es una plataforma, es una comunidad de crecimiento colectivo que enseña a los comerciantes a usar la tecnología como aliada, sin perder su esencia artesanal. Bajo su liderazgo, ha logrado conectar diseñadores, fabricantes y distribuidores, creando un flujo comercial que no depende de grandes corporaciones, sino del poder del trabajo en red.
“Digitalizar no es reemplazar, es evolucionar. La tecnología debe servir al comerciante, no al revés”, repite Jansen en cada encuentro con los nuevos talentos que se suman a Neos.

Treinta años entre el riesgo y la resiliencia
Treinta años en el corazón de San Victorino le han enseñado más que cualquier manual de negocios. Lo suyo no se trata de vender ropa, sino de crear oportunidades. “He aprendido de moda, de comercio, de negocios y, sobre todo, de cómo impactar familias positivamente”, explica. “Desde las boutiques de barrio en Choachí, de Ábrego en Norte de Santander, hasta los talleres en López de Micay o Ipiales, cada uno de ellos forma parte del mismo tejido económico que nace aquí”.
Con orgullo, define a San Victorino como un asidero de empresas y de empresarios.
“No sé si la palabra existe en la Real Academia, pero así me gusta decirlo: San Victorino es un asidero de oportunidades. Es el punto de apoyo para salir adelante y dejar la zona de confort”.
Pero su camino no ha estado libre de sombras. Cuando se le pregunta por los momentos más difíciles, su tono cambia. La mirada se endurece con los recuerdos de los años más oscuros del centro de Bogotá.
“Crecimos con el impacto del Cartucho —dice—. La inseguridad era el pan de cada día. Extorsiones, atracos, homicidios… uno vivía alerta, planeando cómo proteger el sector”.
En esos años, Yansen vio lo peor y lo mejor del comercio popular: comerciantes sin recursos para pagar el arriendo, familias enteras que dependían de las ventas del día, y una comunidad que, pese a todo, se mantenía de pie.
“Hubo momentos donde se arrendaban locales solo por cubrir la administración. Hoy tenemos equilibrio, pero pasamos por etapas duras. La gente no sabe lo que costó sostener San Victorino cuando parecía que todo se venía abajo”.
Esa experiencia forjó su carácter. Aprendió que liderar un sector no es solo administrar locales o coordinar ferias, sino cuidar una comunidad. “Nuestro compromiso no termina cuando cerramos las puertas. San Victorino nos paga, sí, pero lo que realmente nos mueve es el corazón: proteger un sector productivo que alimenta a miles de familias”.
Gracias al trabajo articulado con la Policía Metropolitana y la Secretaría de Seguridad, hoy el panorama es diferente.
“Sería falso decir que no hay inseguridad, pero sí logramos controlarla. Hay captura de bandas, seguimiento, respuesta. Eso nos permite trabajar con más confianza y seguir impulsando el comercio sin miedo”.
Moda, tejido social y liderazgo real
El nombre de Yansen Estupiñán no solo se asocia a seguridad o gestión comercial, sino también a moda, innovación y sentido humano. Ha liderado proyectos como El Gran San y Neos, consolidando espacios que hoy albergan a marcas emergentes, diseñadores y emprendedores del sector textil.
“Para hablar de moda hay que vivirla —dice—. Uno no puede hablar de tendencias si no conoce lo que pasa en las calles, en los talleres, en los barrios donde se confecciona. Así como la única frase que le reconozco a este presidente ‘para hablar del Micay hay que ir al Micay’, para hablar de San Victorino hay que venir, sentirlo, vivirlo. No basta con estar seis meses aquí y creerse con autoridad para juzgarlo”.
Su trabajo con comunidades como Altos de Cazucá —a través de la Fundación 33 Sueños— es un ejemplo de cómo la moda puede convertirse en motor social. Allí, ayudó a madres cabeza de hogar a convertir sus hogares en pequeños talleres familiares, integrando a sus hijos y transformando la inseguridad en productividad.
“No quería que los vieran como pobrecitos —recuerda—. Les dije: esto no es caridad, es negocio. Ustedes tienen habilidades, yo pongo la oportunidad. Eso genera dignidad, bienestar y futuro”.
Esa visión resume lo que es Yansen Estupiñán: un hombre que ve en el comercio popular no un problema, sino una potencia económica por estructurar. Su liderazgo, forjado en la adversidad, se ha convertido en inspiración para quienes hoy buscan profesionalizar la moda desde la economía real, la que se vive al amanecer en San Victorino.
Romper la zona de confort: el motor detrás de NEOS
En torno a Neos se ha tejido algo más grande que un centro comercial: un ecosistema de activación comercial y digitalización del comercio popular.
Yansen Estupiñán lo explica con claridad: “A medida que llegan marcas y emprendedores, también llegan oficinas, transportadoras y aliados logísticos. Todos forman parte de una cadena que reactiva la economía mientras otros siguen peleando por vender un pantalón físico”.
En ese nuevo modelo, empresas como Dropi cumplen un papel estratégico. Conectan a fabricantes y comerciantes tradicionales con el mundo digital, haciéndose cargo del transporte, la venta y la entrega de productos.
Yansen lo define como una puerta abierta para quienes aún temen dar el salto:
“Dropi no solo trae tecnología. Trae movimiento, empleo y disciplina digital para esos comerciantes que todavía no creen en el cambio. Les estamos demostrando que se puede vender sin intermediarios, sin invertir en grandes plataformas y sin perder su esencia”.
Para él, la resistencia al cambio no es técnica, sino cultural. “La zona de confort es lo que más daño nos hace”, afirma con firmeza. “Hacemos buenas ventas en temporada, y luego muchos se compran la última camioneta o el Porsche… y en marzo están vendiendo el carro porque se quedaron sin flujo de caja. Esa es la mentalidad que debemos transformar”.
Salir del trono y empezar de cero
Esa transformación no fue solo para su entorno. También fue personal.
Cuando Yansen decidió asumir el reto de Neos, venía del éxito rotundo del Gran San —uno de los centros comerciales más prósperos del país—. Dejó atrás el confort, la seguridad y el reconocimiento para comenzar un proyecto desde cero.
“Quise bajarme del trono y probarme a mí mismo. Saber si era el que daba las órdenes o el que realmente sabía ejecutar. Hoy sé que el conocimiento, la disciplina y el trabajo en equipo fueron lo que me trajeron hasta aquí”.
Neos, en pocos años, pasó de ser una idea audaz a consolidarse con más del 80 % de ocupación, reemplazando marcas y atrayendo nuevos inversionistas. El modelo, además, se ha replicado: Estupiñán asesora actualmente proyectos comerciales en Cali, Pitalito, Mocoa y Cúcuta, llevando su experiencia a nuevas regiones.
Disciplina, mentalidad y propósito
El liderazgo de Yansen no se limita al ámbito empresarial. Su rutina diaria refleja una filosofía de vida centrada en la disciplina y el equilibrio.
“Me levanto a las 4:30 de la mañana, monto bicicleta, hago gimnasio, me preparo para las reuniones. No es vanidad, es coherencia. Tengo 54 años, una esposa joven, unos hijos trabajadores y la convicción de mantenerme activo para estar al día en todo lo que hago”.
Para él, la fórmula es simple pero poderosa: mentalidad y disciplina.
“El amor debe ser proporcional al sacrificio”, dice, con esa pausa reflexiva que caracteriza a los grandes líderes. “Si usted no ama lo que hace, no puede esperar grandes resultados. Yo le pongo amor a todo, porque el esfuerzo sin amor no trasciende”.

El futuro de NEOS y la transformación urbana
Con una mirada optimista, Yansen proyecta un futuro ambicioso para Neos y su entorno.
“El eje ambiental de San Victorino —desde la Jiménez hasta la Séptima— se está reactivando. Donde antes había locales cerrados, hoy hay tiendas de moda. En unos años, esta zona será un referente nacional en estilo y emprendimiento”.
Reconoce que la transformación exige resiliencia, especialmente ante las obras de infraestructura que afectan la movilidad temporalmente. “Yo lo viví con el Gran San y sé lo que cuesta. Pero cuando haya mejores vías y parqueaderos, este sector será imparable”.
Su llamado a los demás comerciantes es claro y sin filtros:
“El enemigo del progreso no es la competencia, es la envidia. Hay que dejar de mirar el plato del otro y enfocarse en cómo mejorar el propio. No se trata de copiar estrategias, sino de crear propuestas con identidad”.
El orgullo de representar la economía popular
Yansen recuerda con emoción el reconocimiento más importante de su carrera: su intervención ante la ONU, en el Consejo Económico para América Latina (CEPAL).
“Tuve la oportunidad de hablar sobre la economía popular, la economía de barrio. Dije que si logramos articular las economías locales, podríamos reactivar el país. Me dio orgullo ver que después de mi intervención, el profesor Peterman habló de lo mismo, llamándolo economía presencial. Eso me confirmó que estábamos en el camino correcto”.
No lo dice con arrogancia, sino con gratitud. “No fue un trofeo ni un diploma. Fue una pequeña calcomanía de ingreso a las Naciones Unidas. Pero para mí, ese sticker vale más que cualquier medalla. Representa el reconocimiento a una causa: la dignificación del comerciante popular”.
Liderar desde la acción
Más allá de los reconocimientos, Yansen mantiene los pies en la tierra. Continúa impulsando proyectos como Gastroluz, una iniciativa del Departamento Administrativo del Espacio Público que busca articular el comercio con la empresa privada, mejorando seguridad, movilidad y embellecimiento urbano.
“No necesitamos ser amigos de nadie para que a nuestro centro comercial le vaya bien. Lo que necesitamos es compromiso colectivo. Mis clientes no llegan en helicóptero, llegan caminando, en TransMilenio, desde la estación San Victorino. Si el entorno no mejora, todos perdemos”.




Excelente Ser Humano, Señor Estupiñan, comprometido con el desarrollo económico y social de Bogotá y Colombia.
Un gran compañero ..un ser con carácter muy humano ..un gran amigo …Dios lo bendiga siempre con sus grandes ideas y proyectos…excelente