Joyas Alice: excelencia colombiana con sello internacional

En un momento en el que la joyería colombiana gana terreno en vitrinas internacionales, surge una líder que rompe esquemas desde el corazón del comercio popular: Natalia, joyería Alice . Su historia combina oficio, identidad y un liderazgo que trasciende el taller para convertirse en un mensaje de orgullo y pertenencia. En esta conversación, Natalia revela cómo una joyería auténticamente hecha a mano se convierte en símbolo de propósito, por qué San Victorino sigue siendo un gigante productivo subestimado y cómo su reciente reconocimiento por la World Leaders Organization abre una nueva etapa para su papel como referente del sector. Esta entrevista no solo cuenta su trayectoria: expone la fuerza de una mujer que está redefiniendo lo que significa crear, emprender y representar a Colombia ante el mundo.

Mundo Textil vuelve a encontrarse con Natalia Ceballos, una mujer que aprendió a transformar la adversidad en impulso, las pérdidas en oportunidades y la joyería en propósito social. En el sector joyero colombiano, su nombre ya no solo resuena: inspira. Pero detrás de ese reconocimiento existe una historia tejida con esfuerzos, decisiones valientes y una convicción inquebrantable.

Su trayectoria no comenzó con un doctorado, pero sí encontró un capítulo determinante en el reciente reconocimiento que le otorgó la World Leaders Organization, una institución internacional con presencia en México y Estados Unidos que destaca a líderes auténticos, con impacto verificable, social y transformador.

La entrevista —realizada en el corazón de su taller, donde la magia se forja entre metal, fuego y piedra— revela la esencia de Natalia, la fuerza detrás de Joyas Alice y por qué su liderazgo se ha convertido en un modelo para comerciantes, emprendedores y mujeres decididas a abrirse camino sin perder la autenticidad.


Los inicios: un taller familiar que nació para servir

Joyas Alice nació en 2009 como una empresa familiar marcada por la tradición joyera. Natalia, antes de dedicarse a las piezas, forjó su carácter en oficios que parecían no tener relación: servicios exequiales, relojería, labores en una cooperativa de su pueblo. Hoy entiende que cada paso fue parte de un entrenamiento emocional.

“Todo me formó para lo que soy hoy: una mujer que sabe servir, escuchar y conectar. Gracias a nosotros los clientes ganan… y gracias a ellos nosotros seguimos aquí”, dice con humor y convicción.

Ese espíritu de servicio sería la brújula que guiaría todos los capítulos por venir.


La corona que nunca volvió… y la historia que la volvió invencible

Una corona de alto valor que un cliente nunca devolvió. La pérdida fue real, dolorosa y económicamente fuerte. Lo que nadie imaginaba era que esa misma historia terminaría frente a las cámaras de Séptimo Día, viralizándose en TikTok, Instagram y otros medios.

Más de un millón de visualizaciones pusieron a Joyas Alice en el radar nacional.

“Hoy digo que no perdimos nada. La corona no volvió, pero la vida te devuelve lo bueno. Y esa exposición nos abrió puertas que jamás habíamos podido tocar.”

Esa supuesta pérdida se convirtió en la oportunidad más poderosa de su carrera.


Del dolor al propósito: cuando una joya cambia vidas

De ese capítulo nació un propósito social que marcaría el rumbo de la marca.

En alianza con Séptimo Día, Natalia decidió cumplir el sueño de Sarita, una niña con una enfermedad congénita que perdió sus piernas y anhelaba tener su fiesta de quince años. La celebraron. Con corona, anillo, vestido y una alegría que iluminó Navidad.

Este año, la periodista Sandra Pino la llamó para un nuevo proyecto junto a RCN y Radio 1: entregar coronas y anillos a quince niñas de los barrios más marginados de Bogotá. Cada niña escribió una carta explicando por qué su fiesta era importante. Varias tenían discapacidades o situaciones familiares profundas.

“Ver sus caras y saber que un anillo podía cambiarles el día… eso no tiene precio. Servir no cuesta. Solo falta decidir hacerlo.”

Aquí, la joyería dejó de ser producto: se convirtió en puente.


Un doctorado que reconoce lo esencial: liderazgo con raíces y coherencia

A mitad de este renacer llegó el reconocimiento internacional de la World Leaders Organization. quedó claro también el significado: un reconocimiento a un liderazgo auténtico.

El Dr. Francisco —“doctor de doctores”, como lo llama Natalia— vio en ella lo que muchos pasaron por alto: un liderazgo nacido del trabajo duro, la calle, el oficio, el servicio y la coherencia.

“No es lo mismo llegar al exterior con un simple cargo local que con un doctorado reconocido afuera. Esto me abre caminos para seguir aportando”, afirma.

Pero lo que verdaderamente la enorgullece es representar a Colombia desde la autenticidad, no desde la pretensión.


San Victorino: donde otros ven caos, ella ve grandeza

Pocos hablan de San Victorino con la fuerza con que lo hace Natalia.

“Para muchos esto es lo normal. Para mí es lo mejor. Aquí se mueve el país.”

En este territorio se produce, se transforma, se exporta, se sueña y se sobrevive. Para Natalia, San Victorino es un ecosistema invaluable.

Su llamado es directo:

  • Cuidar lo que tenemos.
  • Sentir orgullo.
  • Defender el territorio.
  • Exigir respeto por su nombre.

San Victorino es mucho más grande de lo que parece. Y ella lo sabe.


La joyería como identidad, energía y lenguaje

Desde los pueblos indígenas hasta la actualidad, la joyería ha acompañado la identidad humana.

“La manera más visible de decir que estás feliz es invertir en ti: tu ropa, tu peinado, tus joyas. Cuando estás agradecido con la vida, se te nota.”

Natalia, enamorada de las esmeraldas, bromea:

“Yo debí llamarme Esmeralda, no Natalia.”

Conoce el valor simbólico y emocional de cada pieza. Porque una joya es más que un objeto: es un recuerdo, una emoción, un amuleto.


Clientes ideales: los que valoran el oficio

“El cliente ideal es el que valora nuestro trabajo, compre cincuenta mil o diez millones.”

Esa filosofía se siente en cada pieza: manos artesanas, materiales seleccionados, procesos reales, energía intencional.
Joyas Alice no es una vitrina: es un taller vivo.


Crecimiento internacional: de tres clientes a cincuenta

Aunque ya exportaban, en los últimos meses el crecimiento ha sido exponencial.
Pasaron de tres clientes internacionales a alrededor de cincuenta.

Exportar joyería artesanal exige:

  • Piezas 100% hechas a mano.
  • Requisitos estrictos.
  • Pago por adelantado.

Y aun así, confían.


Una estrategia digital sin maquillaje: cero filtros, cero pauta

Mientras otros dependen de publicidad paga, Natalia eligió transparencia absoluta.

“Quise ver mi alcance real, sin filtros y sin pauta.”

Publica procesos reales, manos reales, imperfecciones reales.
Eso conecta. Eso humaniza. Eso fideliza.


Dirigir una empresa familiar: dos líderes, un solo sueño

Uno de los retos más grandes para Natalia y su esposo ha sido convivir como pareja y como jefes al mismo tiempo.

Ambos son líderes. Ambos tienen ideas. Ambos quieren aportar.
Eso genera roces, diferencias y discusiones.
Pero también un equilibrio profundo.

“Saber cuándo escuchar, cuándo ceder y cuándo respetar la posición del otro es el verdadero reto.”

¿Separar empresa y hogar? Para ellos es imposible.

Son Joyas Alice desde que despiertan hasta que duermen. Pero no lo viven como una carga, sino como un sueño compartido.


Un mensaje para San Victorino y para las mujeres del país

A San Victorino le pide orden, orgullo y sentido de pertenencia:

“Cuidemos las basuras. Somos comerciantes. Representamos una ciudad entera. Presentemos la mejor cara.”

A las mujeres y emprendedoras, les deja lo más profundo:

“Háblense. Déjense de envidiar lo que hacen los demás. No importa desde dónde empiecen. Lo importante es creer en ustedes.”


Natalia no fabrica joyas. Fabrica fuerza.

Fabrica identidad.
Fabrica propósito.
Fabrica historias que brillan más que el metal.

En un país que necesita referentes reales, su voz y su camino son un faro.
Uno que nació de una corona que nunca volvió…
y de una mujer que nunca se rindió.

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