Latín Angie SAS: Moda que madruga con historia y resiliencia en El GranSan Victorino

La madrugada en San Victorino tiene su propio ritmo. Mientras Bogotá aún duerme, las luces del Madrugón iluminan calles y locales repletos de movimiento. Son apenas las tres de la mañana y cientos de compradores mayoristas llegan desde distintas regiones del país para surtirse de moda fresca, precios competitivos y la calidez de los comerciantes que madrugan para dar vida a la industria textil.

En medio de ese escenario vibrante se teje la historia de Latín Angie SAS, una empresa familiar colombiana que ha encontrado en el Madrugón no solo un espacio de venta, sino también un punto de encuentro con la tradición, la confianza y la identidad de la moda popular. Su esencia está marcada por el esfuerzo de generaciones que han sabido combinar creatividad, calidad y accesibilidad, siempre al compás de este fenómeno comercial que hoy es, sin duda, el corazón textil de Bogotá.

Una pionera en el Madrugón

Emilce Jerez, fundadora de Latín Angie SAS, no solo levantó una empresa sólida y con visión de futuro, sino que fue protagonista en la creación de uno de los fenómenos comerciales más representativos de la capital: el Madrugón de el GranSan Victorino. Su relato evoca jornadas que comenzaban a la una de la mañana, ventas al por mayor sin exhibición y la unión de apenas 24 comerciantes que, con esfuerzo y convicción, sentaron las bases de lo que hoy es una tradición empresarial que mueve miles de prendas en cada jornada.

“Éramos 24 personas en los inicios, sin locales, sin Cámara de Comercio, solo con la convicción de crecer. Hoy, muchas de esas familias son grandes empresas que generan empleo y progreso”, recuerda con orgullo.

La historia de la marca comenzó en 1990 bajo el nombre de Comercializadora de Tejidos Angie. El propósito era claro: ofrecer moda femenina accesible y con estilo propio. Con el tiempo, un cambio estratégico transformó su identidad. Pasó a llamarse Latín Angie, un nombre más fresco, versátil y memorable, con esencia latina. Desde entonces, la empresa ha tomado fuerza como SAS familiar, enfocada en prendas ligeras, cómodas y diseñadas para diferentes generaciones.

“Nuestras prendas buscan frescura y versatilidad: una blusa que puede usar tanto una joven de 15 años como una mujer de 70, con la misma comodidad y estilo”, asegura Emilce.

Resiliencia y reinvención

El mayor reto llegó tras la pandemia. Retomar operaciones en medio de restricciones, pérdidas y cambios en el consumo digital puso a prueba la resistencia de la marca. La respuesta fue clara: adaptarse o desaparecer.

La empresa apostó por fortalecer su presencia digital, profesionalizar la producción fotográfica y mantenerse vigente frente al auge de plataformas extranjeras como Temu. “Antes bastaba una foto en maniquí. Hoy el cliente exige producción profesional, modelos y fotografía. La tecnología ya no es un lujo, es una necesidad”, señala Emilce.

Valores que sostienen

La honestidad, el compromiso y la cercanía con el cliente han sido pilares para mantenerse firmes en un entorno tan competitivo. Más que vender ropa, la marca ha sabido construir confianza con quienes la visitan madrugada tras madrugada, ofreciendo siempre diseño, calidad y precios justos.

“Empezamos de cero, con una lona de mercancía. Hoy somos una empresa consolidada que ha inspirado a muchos a emprender su propio camino”, afirma con orgullo su fundadora.

Moda, sostenibilidad y compromiso social

Latín Angie no solo fabrica moda: también apuesta por la sostenibilidad y la responsabilidad social. Parte de sus excedentes textiles se entregan a madres cabeza de familia, quienes los transforman en productos con sello verde, generando ingresos adicionales y aportando al cuidado del medio ambiente.

La empresa también ha ampliado su portafolio hacia uniformes y dotaciones, atendiendo las necesidades de empresas que buscan prendas modernas, funcionales y cómodas, muy lejos de la rigidez de antes. “Hoy un uniforme no solo refleja los colores de la empresa; también debe brindar comodidad y hacer que quien lo use se sienta bien consigo mismo”, explica Emilce.

Calidad que inspira confianza

En un entorno donde la rapidez y el volumen marcan la dinámica comercial, Latín Angie ha logrado destacar por la calidad. Sus clientes valoran la resistencia de los materiales, los acabados cuidados y la confección impecable. La versatilidad de su línea femenina —cómoda, liviana y atemporal— es reconocida por mujeres de todas las edades, desde adolescentes hasta adultas mayores, quienes encuentran en la marca estilo y comodidad en igual medida.

La confianza es su sello: puntualidad en las entregas, prendas que cumplen lo prometido y la certeza de que cada compra en San Victorino es más que ropa: es un producto que representa esfuerzo y compromiso.

Legado y futuro

El legado de Latín Angie va más allá de la moda. De la empresa han surgido nuevas marcas lideradas por exempleados que aprendieron el oficio y se atrevieron a emprender. “Si algo me llevo en el corazón es saber que de esta empresa han nacido otras. Ese es el verdadero impacto: inspirar, enseñar y ver cómo otros logran crecer más allá de lo que soñaron”, asegura Emilce.

El futuro se proyecta al ritmo del Madrugón, que hoy atrae a compradores de todo el país y a visitantes internacionales. La meta: consolidarse como referente en San Victorino y expandirse hacia nuevos escenarios comerciales y digitales, sin abandonar la esencia que los vio nacer: la empresa familiar que madruga para vestir a Colombia.

Un mensaje para las mujeres emprendedoras

Con tono firme y esperanzador, Emilce envía un mensaje a las mujeres que sueñan con emprender:
“Este país no se construye con política, sino con trabajo diario. Si yo empecé con una lona de mercancía y hoy tengo una empresa consolidada, cualquier mujer puede hacerlo. La clave está en la constancia, la fe y las ganas de salir adelante”.


Editorial MundoTextil

En MundoTextil reconocemos que el valor de la moda colombiana también se construye desde la madrugada. Empresas familiares como Latín Angie demuestran que el Madrugón no es solo un espacio de comercio, sino un motor que impulsa historias de tradición, confianza y calidad, llevando la identidad del sector textil mucho más allá de San Victorino.

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